Memorias y
rutinas del
payaso bogotano
Beca de investigación en Arte Dramático IDARTES 2012
Historias del payaso en TV
Historias del clown
OBRA: ENTREVISTA CON UN PROFESOR CLOWN
[El lugar es una cafetería en el centro de Bogotá con varias mesas y sillas. Un clown está sentado en una de las mesas, toma café y mira en todas direcciones, mira su reloj, y mira como esperando que llegue alguien. Parece un profesor universitario, con una corbata naranja y una chaqueta vieja. Después de algunos minutos llega un estudiante de pelo largo y bufanda alrededor del cuello. De su morral saca un cuaderno y una pequeña videocámara.]
Estudiante: Discúlpeme por llegar tarde, maestro.
Profesor Clown: Está bien, ya estoy acostumbrado.
[El estudiante se pone nervioso. Coloca la cámara sobre la mesa, dirigida hacia el profesor clown. Mientras hace esto, con el codo hace tropezar un mesero que pasa, se le cae un café al piso.]
Estudiante: ¡Disculpe, señor!... Listo, ya está grabando.
Profesor Clown: Bueno. ¿Por dónde empezamos?
[El estudiante mira su cuaderno, lleno de garabatos en desorden, de arriba a abajo como simulando estar buscando algo allí.]
Profesor Clown: ¿Bueno, qué quiere saber?
Estudiante: [algo inseguro] Mmm…. ¿por qué escogió Colombia para su investigación sobre payasos?
Profesor Clown: Sencillo. Porque me gusta la Bandeja Paisa.
Estudiante: Ah... [confundido, hasta que se dá cuenta que el Profesor está bromeando. Risas]
Profesor Clown: Mucha gente me pregunta eso, y no tengo una buena respuesta. O tal vez tengo muchas respuestas, y no sé cuál de ellas es más verdadera. Probablemente todas tienen algo de verdad, y se trata de una mezcla. O seguramente me escudo en esos pretextos porque no soy capaz de alcanzar la verdadera razón.
Estudiante: Está bien.
Profesor Clown: Lo siento. Quisiera poder ser más claro. Pero lo que pasa es que soy un clown.
[El profesor toma una cuchara, con la otra mano toma cuidadosamente unos granitos de azúcar, los coloca en la cuchara, acerca la cuchara a su taza de café y vuelve a tomar cuidadosamente los granitos con la mano, los coloca en el café. Lo revuelve y toma un poco.]
Estudiante: ¿Para usted qué quiere decir, ser un clown?
Profesor Clown: [suspira] Otra pregunta difícil.
Estudiante: Inténtelo. Necesito saberlo.
Profesor Clown: Está bien, está bien. Pues la maestra canadiense Sue Morrison siempre dice que clown no es sólo el artista, ni tampoco es el público. Es en el “nosotros” o en el espacio entre el artista y el público, donde los dos se encuentran. Es un encuentro. Pero para mi, el clown también debe ser algo que va a contrapelo de la vida cotidiana. Perturba y desconcierta la normalidad, hace que las personas piensen diferente acerca de sus vidas. En otras palabras, no se trata de un chiste simple, y no necesariamente hace reir a los demás. Te puede hacer sentir rabia, tristeza o asombro. Pero algo que siempre debes sentir, creo yo, es amor por el clown. El clown debe ser amado. Y un clown debe amar ser clown.
Estudiante: Eso es algo muy diferente a lo que la mayoría de la gente piensa cuando se habla de los payasos.
Profesor Clown: Sí, los payasos no son todos iguales. Varían de acuerdo a la cultura, a la historia particular, al lugar, a la personalidad. Sue Morrison también dice que nuestro desafío es encontrar un clown para este momento, que sea inspirado -pero no limitado- por la tradición. Ese es uno de los retos que afrontan hoy día los payasos colombianos. Están en un momento difícil de transición de una fase del payaso de circo tradicional, hacia algo diferente y nuevo. Eso genera conflicto y tensión, algo que he notado durante mi investigación.
[El profesor toma otra cucharita, coloca una pizca de azúcar en su boca, y toma un poco de café.]
Estudiante: ¿Hace cuanto trabaja usted con payasos en Colombia?
Profesor Clown: Hace como ocho años yo llegué a Colombia desde el Reino Unido (soy de allá) gracias a un programa de intercambio del British Council. Conocí a mucha gente del mundo del teatro y dirigí varios talleres de clown, por ejemplo en el Teatro R101 y en Circo Ciudad. En ese entonces yo no lo sabía, pero los amigos que hice, por ejemplo Lucho Guzman de Circo Ciudad, y Felipe Vergara del Teatro R101, se convirtieron en amigos para toda la vida. Ahora trabajo con Lucho en el Clown Encuentro y con su grupo Pasos de Payasos.
Estudiante: ¿Dirigías los talleres en español? ¿Cómo era eso?
Profesor Clown: Al principio muy duro, pero aprendí rápido. También me presenté en un show solista de clown, en español, en Mapa Teatro en el 2005. El mismo año dirigí un taller en la Casa del Teatro, al que asistieron artistas reconocidos de Bogotá, como por ejemplo Juan Ricardo Lozano, el comediante conocido como Alerta; también el mimo Camilo Rios. Fue algo que me posicionó en el medio colombiano del payaso.
Estudiante: ¿Pero para ese entonces usted era apenas un profesor, no un investigador?
Profesor Clown: Sí, pero eso cambió cuando comencé mi doctorado en Northwestern University en 2008.
[El profesor toma otra cuchara y coloca de nuevo un poco de azúcar en su boca, toma un sorbo de café y se mete la cuchara en la boca para revolver.]
Estudiante: ¿Un doctorado de Clown?
Profesor Clown: No exactamente. Es en Estudios de Performance Studies, una combinación de artes performativas, antropología, sociología, estudios culturales. Mi propuesta de investigación era mirar los payasos en tres culturas diferentes alrededor del mundo, y compararlas. Tenía esta teoría de que esas diferencias podían decirnos mucho acerca de las diferencias culturales y políticas entre dichos lugares, y acerca de la diversidad del clown en el mundo. En otras palabras, sería un análisis de la relevancia política y social del payaso.
Estudiante: Suena complicado.
Profesor Clown: Realmente no lo es. Básicamente, lo que hace el clown es invertir y jugar con la realidad. Y la realidad es diferente en cada lugar, ¿no es cierto? Es diferente en China, India, Inglaterra, Estados Unidos y Colombia. Por lo tanto los clowns también deben ser diferentes. También me interesa cómo los payasos son capaces de cambiar y afectar la realidad, transformándola con sus intervenciones.
Estudiante: ¿Como el viejo estereotipo del arlequín o bufón de la corte?
Profesor Clown: Sí, pero yo quería modernizar el estereotipo y traerlo al mundo real, donde las cosas no son tan simples como en las historias de castillos medievales. En el mundo real, tal vez los payasos tienen que trabajar para subsistir y no siempre pueden ser irreverentes o críticos frente a la autoridad. Es un equilibrio. Tal vez en algunas ocasiones pueden hacer la diferencia.
[El profesor toma otra cuchara, coge una cucharada de café, la pone en el azúcar, se la ofrece al estudiante.]
Estudiante: No, muchas gracias, prefiero el café sin azúcar... ¿Entonces escogió Colombia como uno de sus estudios de caso?
Profesor Clown: Sí, porque ya tenía muchos contactos y además podía ver que aquí estaba pasando algo realmente interesante.
Estudiante: Siempre están pasando cosas interesantes en Colombia. Lo malo es que muchos creen que Colombia es apenas un cartel de drogas permanente.
Profesor Clown: Exacto. Los payasos están desafiando esa percepción, al mostrar que son parte de una cultura muy creativa y adaptativa. Colombia ha cambiado mucho en los últimos treinta años. Se ha abierto de diferentes formas a las influencias globales, y entre ellas ha habido una invasión cultural muy fuerte, vía internet, a través de los festivales como el Iberoamericano, el cine, la música, la cultura popular, etc. De pronto es mejor llamarlo un proceso de hibridación, como dice Néstor García Canclini, y no de invasión. Los colombianos son muy buenos para crear innovaciones con piezas y partes tomadas de aquí y de allá, transformándolas, agregándoles algo particularmente colombiano.
Estudiante: ¿Y ésto ha pasado con el clown en Colombia?
Profesor Clown: No solo en Colombia, en toda América Latina. Hay muchas influencias aquí. Muchos maestros vinieron de España, Argentina, Reino Unido, Estados Unidos, por ejemplo, trayendo la técnica Lecoq. Mi maestra, Sue Morrison, ha tenido de hecho una gran influencia en muchos clowns en Latinoamérica. También los payasos de circo chilenos y mexicano han dejado su huella. El clown hospitalario ha sido importado de Suiza y de Estados Unidos, entre otros lugares. Los artistas callejeros argentinos también han tenido un gran impacto, tienen mucho que ver con toda esa gente que uno puede ver en los semáforos, haciendo malabares y otros trucos circenses.
Estudiante: ¿Pero esos no son payasos, o sí? Porque son malabaristas, pero a veces se ponen una nariz roja.
Profesor Clown: Eso es algo que quiero resaltar en mi investigación y en el trabajo con el Clown Encuentro. No siempre es claro quién es payaso y quién no, porque nuevas hibridaciones y formas surgen a cada momento, y no necesariamente se acomodan al modelo típico. No tenemos el derecho de decir qué es y qué no es payaso, pues es un arte en constante proceso. En vez de eso, debemos estudiar y aprender acerca de lo que está pasando, y de cómo se relaciona con el contexto cultural en que se inscribe.
Estudiante: ¿Cuáles otros países escogió, y como se diferencian del payaso colombiano?
Profesor Clown: Bueno, al final decidí que el mundo del payaso en Colombia era tan grande, que debía limitarme solo a este país. En vez de comparar culturas diferentes, decidí estudiar la diversidad del payaso en esta cultura, que por supuesto está compuesta por muchas subculturas. Por ejemplo el payaso de circo proviene de un contexto social y cultural muy diferente al de los payasos de teatro o callejeros. Lo que hace tan interesante y particular al payaso colombiano es que se ha regado a todos los rincones de la vida social. Puedes ver payasos por doquier. En Estados Unidos o Inglaterra no pasa eso.
Estudiante: ¿A que se debe?
Profesor Clown: Creo que se relaciona con lo que dije antes sobre la forma como el colombiano adapta e hibridiza las cosas que lo influencian. Pero también está lo particular de Colombia en sus profundas tensiones sociales. La violencia, el conflicto, la corrupción, el desplazamiento forzado, todo esto hace de Colombia un lugar complicado y a veces trágico. Y creo que eso hace que aparezcan payasos, o gente que quiere ser payaso, porque ven en esto algo para combatir la tristeza, sabes?
[El profesor se da cuenta que se le acabaron las cucharas, llama al mesero para pedirle que traiga más.]
Estudiante: ¿El payaso nos puede hacer felices, o puede resolver nuestros problemas?
Profesor Clown: Tal vez sea eso lo que ellos creen. He entrevistado a más de cincuenta payasos colombianos, y un alto porcentaje de ellos menciona que la situación política ha sido una razón para ser payasos, porque consideran que el payaso le alegra la vida a la gente, y este país triste necesita más alegría. No es solo el conflicto, es también la pobreza. El payaso es una forma de escapar de sufrimientos diarios de diversa índole.
Estudiante: Muy interesante. ¿Pero si es una manera de escapar de la tristeza, quiere decir que cambia algo a largo plazo, o solo a corto plazo?
Profesor Clown: Eso es justamente lo que quiero indagar. Aún no estoy seguro, pero sé que el payaso le puede cambiar la vida a una persona, o dicho de otro modo, generar transformaciones a largo plazo. En mi investigación muestro que el clown puede ser en ocasiones utilizado como un método similar al que Jesús Martín Barbero llama “Mapa Nocturno.” Él dice que para estudiar la sociedad latinoamericana debemos abandonar nuestra “lógica diurna” para movernos hacia “zonas en la realidad más cercana que están todavía sin explorar....avanzar a tientas, sin mapa, o con solo un mapa nocturno…un mapa para indagar la dominación, la producción, y el trabajo, pero desde el otro lado: el de las brechas, el consumo, y el placer. Un mapa no para la fuga sino para el reconocimiento de la situación desde las mediaciones y los sujetos”[1].
Estudiante: ¿Esa cita... la tenía preparada para la entrevista?
Profesor Clown: ¿Parece? Sí, un poquito... Pero la verdad es que esa propuesta me quedó grabada, me parece muy útil, pues así el payaso se convierte en una forma de enfocarse y de comprender personas y prácticas marginales, de romper con rutinas o instituciones, como por ejemplo la academia. Los payasos rechazan la lógica cotidiana y todo en lo que normalmente nos apoyamos, nos muestran un camino diferente. No podemos seguir ese camino, pues debemos habitar el mundo real. Pero al ver las alternativas con que nos ilustran, podemos comenzar a ver nuestra realidad desde una perspectiva diferente. Por ejemplo podemos comprender que nuestro mundo real está artificialmente construido para favorecer a ciertos grupos de personas. Desde ahí es que podemos actuar para cambiar cosas. Tiene algo de poder familiarizador a la Brecht.
[El profesor revuelve su café con el dedo índice derecho, y luego se chupa el dedo.]
Estudiante: ¿Y entonces ser payaso tiene algo que ver con la justicia social?
Profesor Clown: Es correcto. Es importante que lo estudiemos y lo encajemos, que lo estimulemos, pero también entender sus efectos, porque puede ser bueno pero también puede ser malo.
Estudiante: Entiendo. Creo que me está convenciendo de volverme un clown.
Profesor Clown: Ya lo es.
Estudiante: ¿De verdad?
Profesor Clown: Bueno, usted tiene el potencial. Todos tenemos un payaso dentro, que consiste sencillamente en nuestra propia ridiculez.
Estudiante: ¿O sea que lo único que tengo que hacer es dejar eso salir?
Profesor Clown: Justamente, es así. Pero es más difícil de lo que suena. Imagínese dejando que su ridiculez sea visible en todo su esplendor absurdo y demente, en frente de cientos de personas.
Estudiante: Claro, entiendo.
Profesor Clown: Es un arte fino que se debe entrenar y practicar mucho para hacerlo bien.
Estudiante: ¿Existen clowns naturales, personas que son simplemente así, sin tener que entrenar?
Profesor Clown: Unos pocos. Pero usted no es uno de ellos, ni yo tampoco lo soy.
Estudiante: ¿Cómo lo sabe?
Profesor Clown: Porque somos académicos y los académicos somos serios.
Estudiante: Pero usted también es payaso.
Profesor Clown: Sí. Ya le dije, es complicado. Y es que por lo general a los payasos nos resulta irresistible lo complicado, preferimos evitar los atajos y así tomar los caminos más enredados y largos para hacer cualquier cosa.
Estudiante: Sí, lo dijo. Ahora le creo.
[El profesor limpia con una servilleta la taza de café, y la guarda en su maletín.]
Profesor Clown: ¿Sí contesté su pregunta?
Estudiante: ¿Cuál?
Profesor Clown: Sobre por qué vine a estudiar a los payasos en Colombia...
Estudiante: Mmmm… no estoy seguro. Creo que sí. Porque le gusta la Bandeja Paisa, ¿no?
Profesor Clown: Exacto.
[Estudiante y profesor miran al lector, compartiéndole su emoción.]
Estudiante: Bueno, pues ya es la hora del almuerzo, ¿le parece si vamos a comer una? Yo invito.
Profesor Clown: Listo, yo invito después a un café. Conozco un restaurante muy bueno, en donde trabaja mi amigo payaso Juaco.
Estudiante: Ah, el payaso de restaurante... ¿Y esos son payasos realmente?
Profesor Clown: Bueno, es una respuesta larga. Vamos yendo.
Estudiante: Vamos.
[Salen.]
FIN
El payaso se dice a sí mismo haberse sentido cómodo haciendo el papel de estudiante; no le exige mucho, pero empieza a entender de qué se trata eso de ser uno mismo, de aceptar el propio ridículo.
Mientras tanto, el clown inicia una larga conversación con los múltiples reflejos que se van generando frente a sus ojos, ante el espejo que le sirve de guía para limpiarse el poco maquillaje que ha utilizado (delineador negro en la boca y en los ojos, un poco de base blanca en el rostro y una tímida insinuación de rubor en las mejillas). Todos los reflejos quieren hablar al tiempo, pero el clown les pide que lo hagan uno por uno, que si quieren, él les servirá de moderador.
- “Bueno, ¿quién quiere empezar?”, dice el clown sentándose detrás del espejo. Frente a éste aparece una tropa, una troupe, un grupo, una compañía, un clan, una secta, un club y hasta una sociedad de payasos anónimos como universos paralelos de él mismo.
- “Debería ser yo, ¿no?”, dice el artista, “finalmente todos tienen un sustento en mi naturaleza poética, como criatura que nace, crece y vive en los mundos codificados de la libertad humana a través de la estética y el arte... Aunque algunos me distancian del payaso de circo, he escuchado muchas veces que nuestros orígenes son compartidos, en la Comedia del Arte. Mi gran mentor a nivel mundial ha sido el francés Jacques Lecoq, quien trabajó desde lo físico, desde las máscaras y desde la expresión creativa. Para él, ser clown se basa sobre todo en la complicidad con el público, en el juego que activa de lleno la situación escénica. Soy una versión creíblemente estúpida de mí mismo. Tengo la capacidad de distanciarme de lo que hago, de lo que soy, para ser espectador y crítico irónico de mí mismo, tratando de discernir entre lo que puede ser mi talento, mi confianza, la expresión corporal y oral, el control de tiempos, la habilidad con el público, el carisma, la capacidad de improvisar...No me interesa hacer reír.”
- “¿Pero sí alegrar la vida de los demás, no? Por lo menos hacerlos sentir bien...o no?”, replica con voz algo infantil una payasa vestida con bata blanca, con un estetoscopio inflable rojo, enorme, en uno de sus bolsillos.
- “Tanto como alegrarlos... no sé. Bueno, tocarlos, llegar a una conexión con ellos. Como la conexión que tuvimos contigo”, señala al joven con una camiseta con el logo en inglés de payasos sin fronteras, “en ese primer ejercicio que hicimos con el maestro, recuerdas?”
- “Claro que recuerdo”, responde el joven, “el maestro me pidió que entrara al círculo y que fuera gracioso. Y mientras más lo intentaba, con chistes, muecas, movimientos y sonidos grotescos, más fracasaba. Solo cuando me sentí completamente humillado, ridículo, expuesto y vulnerable, fue que escuché las risas de ustedes, mientras regresaba a mi puesto intentando entender lo que estaba pasando. Fue un momento inicial de aprendizaje muy importante.”
- “Bueno, pero a mí hay algo que no me termina de quedar claro”, dice la payasa doctora, “pues se habla de la búsqueda del clown interior, pero yo he tomado talleres internacionales en donde el maestro empuja a transgredir las tipologías y la propia personalidad. Yo como que prefiero simplemente jugar con lo que va pasando cuando estoy entre la gente del hospital.”
- “Pero yo creo”, dice el joven payaso humanitario, “que en todo caso tiene que haber un trabajo personal, uno tiene que ser responsable con el juego que le propone a la gente con la que interactúa.”
- “Hay mucho de ambos en el clown, esencia interior y fuerza transgresora... ¡A veces no es saludable para un clown ser tan responsable! La inconsciencia también es una cómplice divertida”, replica con picardía el artista.
- “Me da mucha pena con usted”, dice el mimo, un señor de cabello largo y canoso, “pero yo creo que no hay rol más digno para el payaso que cuando transmite mensajes que dejan unos valores, que muestran una gran responsabilidad por lo que se hace. ¡Mire no más lo que se hizo con Antanas Mockus, el matemático que fue alcalde de Bogotá; el trabajo de cultura ciudadana no podría haber sido lo que fue, si no se hubiera hecho a través del juego y de los payasos. Claro, de los payasos mimos, los que decimos todo sin pronunciar una sola palabra!”
- “Bueno”, dice el artista, “de eso prefiero no opinar mucho, pues respeto el trabajo de cada quien, pero eso es algo que yo no haría como payaso, me parece que hace parte de una especie de control social blando, y esa no es la función social del payaso.” El payaso mimo se queda callado, y aprovecha su talento pantomímico para decirle al artista lo que piensa de él y de su comentario.
- “Usted no haría eso, ¿pero sí hace cosas de payaso para empresas, como lo que hicimos de seguridad industrial para Ecopetrol hace un par de años?”, le pregunta burlonamente el coach, un payaso corpulento y con ínfulas de superioridad. Varios se ríen.
- “¿Pero y eso qué tiene de malo?”, pregunta la payasa doctora, “Nosotros en la Fundación por ejemplo trabajamos con empresas, tenemos un portafolio de servicios, con servicios como pedagogía lúdica empresarial en temáticas de seguridad industrial y terapia ocupacional. Contamos con un equipo interdisciplinario, con una encargada en el área social, especialista en seguridad industrial y una psicóloga que le dan unidad a las propuestas de una manera integral. Muchas veces estos servicios los requieren las empresas porque les sirve para conseguir certificados de calidad y soporte operacional (ISO, OSA), así como exenciones tributarias.”
- “Estoy de acuerdo, no hay nada de malo en este tipo de servicios”, interrumpe el artista. “En medio de trabajar sobre todo cosas de seguridad industrial, como lo que hicimos para Ecopetrol, se trabaja con el clown porque facilita identificarse con situaciones y valores, sin que la gente se sienta directamente aludida. Es mirarse a sí mismo con cierto distanciamiento, y con humor. La persona está abierta a nuevos aprendizajes y atenta, pues sabe que algo va a pasar, pero no directamente a él o ella. Se trata de una distancia liberadora y una cercanía emocional a la vez que genera empatía, y esto lo hace sobre todo la nariz.”
- “Doctora”, interrumpe el antropólogo, “quisiera saber algo más de ese trabajo con empresas. ¿Cómo preparan los sketch para esa sensibilización?”
- “A ver, primero la empresa entrega toda la información, es decir la norma y los documentos pertinentes, luego lo lee el grupo de artistas. Se pide una cita para observar cómo se comportan, el ambiente y el interrelacionamiento, todo esto diciendo que son practicantes de psicología. Luego en la Fundación se hacen seis jornadas de tres horas cada una para el montaje, en donde salen los libretos y las canciones, sustentado todo en el material recogido. Hemos comprobado que tres horas es la duración ideal para estos procesos creativos, pues menos tiempo no permitiría entrar en suficiente calor, y cuatro horas ya es mucho. Todos estos trabajos son pagos, en diferentes tarifas. Y es lo que nos permite el trabajo como payasos hospitalarios porque eso lo hacemos gratuitamente, solo hay un hospital que nos paga.”
- “Es que desde donde yo lo veo”, dice el antropólogo, que ha estado escuchando con atención, “todos ustedes se mueven en un terreno conformado por tres ámbitos convergentes: el artístico, el empresarial y el social. Aunque tienden a ubicarse en zonas muy particulares de ese territorio tridimensional, ustedes se mueven un poco en ese mapa, de acuerdo a los diversos proyectos particulares de clown que tienen.”
- “Es cierto, porque aunque a mí me reconocen como payaso humanitario, también tengo obras de sala... a veces pareciera que de la sala de mi casa porque mi único público es mi familia”. Todos ríen en silencio, como preocupados pero disfrutando el fracaso y conectándose con éste.
- “Y yo, aunque principalmente hago presentaciones gratuitas en hospitales, también ofrezco, desde la fundación, servicios a empresas para realizar campañas de diversos tipos. Pero por encima de todo eso, soy música. Empecé en esto porque una amiga me contó que estaban necesitando un músico, me presenté a una audición, y fue un desastre, todo me salió terrible. Lo que quiere decir que me fue muy bien, pues fue un desastre tal, que les gustó mucho mi payaso, y me contrataron. Eso fue hace ya diez años.”
- “Ustedes le dan muchas vueltas a algo que no las tiene”, interrumpe la voz ronca del payaso que ya se ha quitado el maquillaje de estudiante y ahora se coloca el megáfono terciado sobre su traje de lentejuelas. “El payaso trabaja de payaso, entonces es un trabajo y punto. Yo por ejemplo trabajo de día en la publicidad, y algunas noches en el circo.”
- “Pero no es el mismo payaso en el día que en la noche, ¿o sí?”, pregunta el joven con cierto tono de ingenuidad.
- “No, claro que no, en la noche es el trabajo artístico, en que hay que exigirse mucho físicamente. Lo del día es apenas para la papita”, dice el payaso, que ya sale a trabajar.
- “Yo asumí que mi cuerpo no da para mucho en términos de lo físico. Después de muchos talleres y de muchos maestros payasos, me di cuenta de cuáles son mis fortalezas, y sé que mi humor es más intelectual que físico, apoyado muchísimo en lo musical”, dice la doctora música.
- “¿Bueno, y yo dónde quedo?”, dice un payaso bonachón, que juega con su hijo bebé, “soy un actor sin formación académica de actor, que comenzó a trabajar como clown sin darse cuenta. Quería contar historias con personajes que fueran de verdad, el público reía a partir de las situaciones que presentábamos, siempre tuve en mente el trabajo del cómico, pero no de la comedia fácil. Me conecté desde un principio con el clown desde mi intención de ser sincero, pero actuando. No sé si soy clown o no, y tampoco me desvela. Pero hay muchos quienes me dicen que sí lo soy. Empecé a darme cuenta que lo que estábamos explorando era cercano al lenguaje clown, gracias a los argentinos que empezaron a venir a dar talleres durante los Festivales Iberoamericanos de Teatro. Por esa razón es que el nombre de mi grupo tiene la palabra clown.”
- “Ahora sí que estoy perdido”, dice el joven con el rostro embargado en una profunda confusión.
- “Tu clown es muy divertido cuando está perdido”, le dicen los demás al unísono y el comentario genera risas en varios de los universos paralelos.
- “Yo me he dedicado en general a promover las artes circenses desde hace 28 años”, interviene un señor mayor, alto y delgado, con voz de fumador empedernido, “primero hicimos teatro, y desde hace 12 años investigamos sobre el circo. A raíz de ese proceso comenzó un festival de Circo Teatro, que después de su tercera versión empezó a funcionar como una convención de Circo, por su misma dinámica de incluir espacios académicos y de formación. El payaso o cómico lo venimos trabajando hace mucho tiempo, y el origen es diferente al del circo, o sea del que viene de la familia, de la tradición. Para mí el clown o payaso es el mejor actor, pues para ser un buen payaso se requiere ser buen actor. Mejor dicho, el payaso es la maestría del actor.”
- “Bueno, yo les hago el llamado para organizar nuestros universos paralelos y así identificar nuestros puntos de encuentro”, comenta el antropólogo en su intento -algo maniático- de querer centrar la discusión a ideas concretas y continúa, “hay que tener en cuenta que cuando se habla de payaso o clown, se puede estar haciendo referencia a 1) un oficio; 2) una técnica o 3) un estado del ser.”
- El artista, siempre buscando la manera de polemizar, dice frente a la intervención del antropólogo, “claro, estoy de acuerdo, un orificio mental por donde el corazón puede canalizar la energía esencial del espíritu de cada quien...y el ridículo se torna visible para los otros.”
- “Ahora sí definitivamente estoy perdido y no entiendo nada”, dice el joven.
- “No se trata de entender, se trata de sentir, de proyectar, de transmitir. Y para hacerlo hay que entrenar”, dice el actor, que no deja de hacer ejercicios de estiramiento, cosa que ya tiene fastidiado a más de uno.
- “Claro, pero entramos a un tema difícil de tratar para mi forma de trabajar, porque yo debo improvisar mucho cuando estamos trabajando en zonas en donde no presentamos precisamente nuestras obras, y donde debemos jugar con la comunidad desde lo que hay, lo que está sucediendo en el momento...”, replica el payaso humanitario.
Todos comienzan a hablar al tiempo -excepto el payaso mimo quien observa y articula el silencio en gestos secuenciados de pensamiento visible- y el clown detrás del espejo interrumpe.
- “Por favor, no olviden que hay que escuchar, escucharse...y este es un principio humano de la comunicación que aplica el clown...y la improvisación”.
Todos dejan de hablar y el silencio invade todos los universos del clown reflejados frente al espejo.
- “La discusión frente a la improvisación y la espontaneidad del payaso frente a la estructuras narrativas es uno de mis platos favoritos del momento”, dice el artista.
- “En la vida diaria estamos improvisando...”, dice el joven.
- “Sí, pero con un paciente no improvisas de la misma manera que con el tendero de la esquina”, le dice reflexiva la doctora música.
- “Es cierto, entrenar la improvisación es una técnica como entrenar el estado de clown”, remata el actor, “tenemos un músculo que genera sensaciones, emociones y estados del ser desde el cuerpo.”
- “Y una sensibilidad especial para transmitir mensajes importantes”, concluye con orgullo el mimo.
- “Esa sensibilidad es un don que se puede aprovechar más allá del entretenimiento”, dice el coach.
- “Claro que sí”, responde la doctora música.
- “¡Claro que sí!”, dice el pastor cristiano, que hasta ahora se limitaba a fruncir el ceño y frotar su barbilla con la mano, en actitud pensativa. “No hay nadie más apropiado para predicar la palabra de la fe que un payaso; transmite sinceridad en lo que dice (siempre con mensajes para reflexionar) y en un lenguaje infantil, muy sencillo y accesible a todos… Además, hay muchos paralelos interesantes entre lo que dice el payaso y lo que dicen algunos textos bíblicos sobre la alegría, el regocijo, el amor, hacerse un niño pues sólo así se entrará al cielo (Mateo capítulo 18), etc.). Siendo a la vez pastor, creo que soy un payaso más natural, más real. No soy un payaso hipócrita o falso, la risa no me sale fingida, y hablo la verdad.”
- “Uy, ahora sí me parece que estoy en el lugar equivocado”, piensa el joven en voz alta.
- “Eso es, muy bien, ahora encaja esa sensación, y compartela con todos nosotros, a través de tu mirada”, le dice el actor. “Ahí lo tienen”, dice dirigiéndose a todos con actitud solemne, “podemos ver su payaso”.
- “¡Ja! Pues para mí eso es apenas un ejercicio de actor. Con todo respeto lo digo, para ver el payaso de este muchachito va a necesitar muchas tablas”, dice el payaso de voz ronca, desde una gradería atrás, entre las sombras. Aún con su megáfono terciado, no se ha decidido a irse a trabajar, atrapado en contra de su voluntad por la conversación.
Hay murmullos, muchos se preguntan quién, al fin de cuentas, es este reflejo.
- “¿Y usted quién es, perdone la pregunta?”, finalmente se decide a decir el artista, tomando la vocería.
- “Yo”, responde el payaso ronco, tomándose su tiempo, disfrutando las miradas atentas que sus pausas intensifican, “al fin de cuentas, soy un reflejo más. Y me llamo Tony. Soy el payaso que hace lo que hacen los artistas del circo, pero al revés o mal. Yo me especialicé en ser Tony con el trapecio y la cuerda tensa. Tuve que practicar muchísimo, pues para ser un buen Tony, hay que ser mejor que el artista, hacer el número como ellos y adicionalmente hacerlo mal o gracioso, a propósito.”
El payaso aprovecha la atención absoluta que recibe, y pasa repartiendo su tarjeta a cada uno de los reflejos. El payaso pastor aprovecha para retomar.
- “En mi trayectoria se da una confluencia interesante de tres campos de acción: el circo (en las mejores pistas y carpas que han venido a Colombia), la escuela y la iglesia. La primera es puro entretenimiento, en todo caso sano, limpio y “blanco”. La última -la Iglesia- es pura reflexión y valores, y la segunda es una mezcla de las dos, con mucha intención pedagógica en medio del juego.”
- “Lo pedagógico”, interrumpe el payaso mago, “es lo mío. Después de mi amplia trayectoria en circos y en la televisión, ahora me concibo como un payaso educador, con un mensaje ambiental que se complementa con juegos de magia, adaptados también a la temática (con cosas reciclables, por ejemplo).”
- “Yo quedo un poco confundida”, dice otra de las pocas payasas que surgen del espejo, “entre lo que es pedagógico y lo que es empresarial, pues con mi grupo además de las obras de sala, creamos obras o números para utilizar el clown como lenguaje empresarial, con contenidos pedagógicos.”
- “Ah, es que una cosa es ser artista y otra cosa es ser impulsador de productos...”, dice el actor, todavia estirando un poco.
- “Lo que nosotros hacemos en la Fundación”, dice la payasa doctora, “también es absolutamente pedagógico, en tres diferentes niveles, todos de voluntariado: uno en la formación y orientación de bachilleres para que hagan trabajo social como clowns hospitalarios, a través de 40 horas de formación en técnicas clown, magia, etc. Siempre van a actuar acompañados por una psicóloga y dos clowns. No los obligan a irse de payaso, por lo general van mínimamente caracterizados, con algunos accesorios mínimos. También a veces llegan jóvenes en grupos pequeños, solicitando ese apoyo para hacer el servicio social. el segundo nivel es el de los voluntarios empresariales (más o menos de 15 a 20 personas al año), que como ya dije pueden ganarse certificaciones y exenciones tributarias. Los capacitamos primero durante dos meses, unas 16 horas y luego van a hospitales. Y el tercer nivel tiene que ver con gente particular que llega con ganas de aprender y ser clown hospitalario, reciben cursos mensuales (de títeres, representación de cuentos, magia, malabares, normas de bioseguridad hospitalaria, globoflexia, etc.), siempre el primer jueves del mes. En las prácticas que comienzan a hacer, van con la psicóloga y con clowns. Por lo general son más los voluntarios que los clowns que trabajan con la Fundación.”
- “¿Bueno, pero entonces qué tienen estas cosas de diferente a lo que hicimos durante la alcaldía de Mockus?”, pregunta el payaso flaco fumador. ”Yo fui el coordinador general de ese proyecto, tuve a mi cargo 1500 artistas, con los que a través de lenguajes performáticos y circenses se hizo el ejercicio ciudadano de enseñar a respetar las cebras, así como las reglas de juego de la no violencia. Esa experiencia me reafirmó la idea del circo como un lenguaje universal. No me interesa el circo como tradición o como actividad deportiva, que es una confusión en Colombia; me interesa como lenguaje universal, como historia, fundamentalmente a través del payaso.”
- “Primero que todo”, interviene el coach que se ha acomodado al lado del payaso flaco para fumar juntos, “creo que es bueno aclarar que cuando se hizo esa campaña de cultura ciudadana que usted coordinó, todavía no se hablaba de clown, realmente lo que se hacía era pantomima. El clown entra en nuestro medio más recientemente. Y en segundo lugar, creo que eso del circo como lenguaje universal actualmente está en decadencia. Empiezan a aparecer escuelas y empresas que organizan eventos, tomando a la gente que está por ahí jodida, que está en la calle, y les ofrecen una supuesta alternativa en el circo. Es la errónea idea del circo social, de hacerlos soñar con trabajos en el exterior, pero no son espacios de formación humana, sino productoras que en todo caso no administran una actividad artística. Eso se evidencia por ejemplo en la Escuela de Cali, que no tiene payasos.”
- “Compadre, pero es que si usted observa con cuidado”, responde el flaco después de arrojar una bocanada de humo, “el circo contemporáneo en Colombia nace del teatro colombiano, es decir de la práctica teatral, y ahí está totalmente incluido el payaso. Además es algo que está pasando en el mundo entero. El circo contemporáneo es el que cuente algo, y en el que el centro está en el payaso.”
- “A mí poco me gusta pensar en el discurso de lo que quiero decir”, dice el payaso bonachón, que sostiene a su hijo dormido en los brazos, “yo lo que quiero es contar una historia, una historia que tenga humor, que tenga comedia física y que tenga cambios emocionales. De ahí para adelante la reflexión que le quede al público…creo que la idea es que el público crea lo que quiere creer.”
- “No, maestro”, le contesta el payaso mago, “es muy importante que conozcamos y estudiemos las entradas tradicionales del payaso para desde ahí poder crear cosas nuevas, incluso recurriendo a la improvisación. Pero si no apelamos a las bases de la bis cómica del payaso, ¿cómo podemos decir que lo que hacemos es payaso o clown?”
- “De acuerdo”, responde el bonachón, “en lo que me parece que hay una gran falencia, y que siento que hay que trabajarle mucho, es en crear una dramaturgia del payaso. Como a mí lo que me interesa es contar historias, me interesa explorar esa dramaturgia del clown. Es decir, ¿cómo generar la escritura vista desde el payaso? Mejor dicho, que desde la escritura estén incluso elaborados los gags, que estén elaborados de la misma forma que las entradas. – ‘el tipo entra, se resbala y cae’-. Eso es algo que el mismo lenguaje empieza a pedir.”
- “Bueno, queridos reflejos”, dice el antropólogo, haciéndole un guiño al artista para que le dé un apoyo con lo que va a plantear, “creo que nos estamos yendo hacia otros temas, que pueden ser mejor abordados en otro espacio. Los invitamos a los encuentros de payasos que se vienen realizando todos los martes en la noche, en una sala de Chapinero. Allá podemos seguir conversando -con la voz y con el cuerpo- sobre este tema de las entradas y la dramaturgia. ¿Les parece?”
Ningún reflejo responde, pero inmediatamente todos empiezan a abandonar el recinto. En pocos segundos solo quedan allí el clown, que aún se está removiendo el poco maquillaje que usa, el antropólogo y el artista, que conversan animadamente sobre la discusión que se acaba de dar.