[Son múltiples voces, rostros con variantes en unas recurrencias que empiezan a hacerse confusas entre tantas vidas, tantos sueños, tantas versiones.

Es el momento de cambiar de actividad, de acallar un poco la resonancia multivocal que reverbera en las páginas que anteceden.

El payaso investigador se deja caer en el sofá, levantando una nube de polvo ancestral, se hunde en las acolchadas espumosidades del mueble y con el control remoto en la mano abre una ventana electrónica a otro lugar, que resulta igualmente permeado por el payaso en su trasegar por el paisaje colombiano. Surge una voz narradora desde el televisor, en el que por casualidad está comenzando un documental sobre payasos.

Después de la música que introduce el documental, surge la voz en off del narrador]

 

NARRADOR

 

Sí, así es; como en otros lugares del mundo, en el camino que configura la historia de los payasos en Colombia, en el mundo de la televisión hay un nicho particular que a pesar de haber sido un período de tiempo bastante corto (no más de tres décadas), marcó de forma importante los imaginarios respecto a este personaje cómico de ropas peculiares y nariz roja.

Se puede afirmar que hay payasos en la televisión colombiana desde que esta empezó, pues ya en 1958 se hace el Telecirco, un programa dirigido por el tío Alejandro (Alejandro Michel Talento), un chileno presentador, animador y cantante[1]. En dicho programa había también payasos.

 

 

 

 

 

NARRADOR

 

A la TV viene el presentador, el animador, el que adapta libretos para TV, que es lo que hacen todos los chilenos que llegan después, como Pernito, con sus hijos Bebé y Tuerquita.

 

 

 

 

 

 

“Yo trabajé desde los 7 años en el circo”, dice un payaso que es entrevistado, con voz casi tan cansada como el cuerpo, “y quería ser como mi papá, sé que nací en Santiago de Chile y que mi padre llegó acá con un circo que se llamaba Cairoli White, que justamente lo trajo mi abuelo, que era un empresario brasileño que trajo muchos circos grandes. Nosotros de sangre venimos de circo, yo vengo de herencia de payasos.

 

Entonces a los siete años empecé a trabajar en un programa de televisión colombiana que se llamó ‘El Club del Roblecito’, con Alvaro Ruiz, Pernito, Tuerquita y Pirinol. Bebé, mi hermano, estaba en el Perú.

Lo que mi papá trajo aquí a Colombia fue un tipo de comicidad diferente, de repertorios y entradas que les llamaron mucho la atención a personas de la televisión. Cuando mi papá entró a un programa que se llamaba “Los Matachitos” se dieron cuenta de la diferencia.

Hicimos también parte del equipo de payasos de Animalandia, un programa de televisión que duró quince años en los 70 y 80. Cuando Bebé y yo nos salimos del programa, mi papá trajo a Juanito y Tribilín, que venía de estar en varios circos. Yo pienso que en televisión logramos recuperar las entradas clásicas y modernizarlas un poco.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NARRADOR

Animalandia está entre los diez programas que han hecho historia en Colombia. Madrugar los domingos no era problema para los niños colombianos en 1967. ¿La razón? Bebé, Pernito y Tuerquita, el trío de payasos más famosos del país, estaba en la televisión nacional desde las ocho de la mañana. Dirigido y presentado por Pacheco, este programa se convirtió en el favorito de pequeños y grandes quienes, acompañados de sus mascotas, asistían al parqueadero de Inravisión, desde donde se emitía en directo, para participar en “Si lo tiene tráigalo” o “A mí, Gelhada o nada”. Magia. chistes y mucha improvisación hicieron de Animalandia el programa pionero en la rama infantil[2].

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tribilín a su vez trajo a Miky, pero en Animalandia solo recibieron a Tribilín. De hecho, Miki llegó a Colombia como trapecista de circo, pero luego Pernito le ofreció hacer un personaje de payaso y así nació Miky, que en todo caso alcanzó a estar en Animalandia más adelante. Dicho programa se convierte en un punto de referencia importante del payaso en Colombia, a través de su influencia chilena, marcando una pauta desde el vestuario y el timbre de la voz. Es un estilo que algunos dicen se acerca más a la idea del Tony, el payaso de circo por excelencia. Es así como se rescata la tradición del payaso de circo a través de recuperar las entradas clásicas, y sus personajes arquetípicos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NARRADOR

 

Por ejemplo aquí Pacheco, el famoso presentador del programa, es también lo que se llama el Picador, que es rol de cara blanca. Es quien da la parte para el Augusto. El éxito del Augusto y de los payasos depende del picador pues es quien levanta al Augusto. El Augusto por ejemplo es torpe, pícaro, burlón y juguetón; el Carablanca en cambio es serio, autoritario, dominante y bravo.

 

[para sorpresa del payaso investigador, en pantalla aparece el especialista de cejas levantadas con sus gafas ridículas, quien comienza a explicar a la vez que señala unos dibujos sobre un tablero]

 

“Una breve y simplificada diferenciación de los dos principales tipos de payasos puede ser la siguiente:

El cara blanca es el payaso con más jerarquía en la pista o escenario. También conocido como clown europeo, enharinado, estirado o listo,  es descendiente directo del Pierrot de la comedia del arte en Italia. Generalmente es de apariencia fría y lunar. Representa la ley, el orden, el mundo adulto, la represión, características que realzan a su vez el protagonismo del augusto. Es el personaje más pulcro y elegante de todos los payasos. Existen muchos tipos de cara blanca, pero la principal diferenciación estaría entre el cara blanca europeo y el americano, también llamado de comedia.

El augusto es el más cómico, travieso e ingenioso de todos los payasos. Aparenta tener sabiduría, se vale de mentiras, trampas y engaños para obtener su beneficio, inventa cualquier artimaña para que otros trabajen por él, se complica la vida buscando soluciones cuando no hay problemas. Por su carácter exagerado y desesperado, al creer tener resuelta cualquier situación, la complica, abusa al expresar sus sentimientos, es sarcástico y burlón[3].”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

NARRADOR

 

Aquí el picador es Pilochang o Tío Memo, quien también es el mago del programa (como un tiempo lo fue en Animalandia). Este es el Club de los Bulliciosos, programa cuyo piloto se graba a finales del año 87, el mismo año en que se acaba el programa Animalandia. Al culminar este ciclo frente a la pantalla, el payaso Bebé crea su propio circo de gran formato con animales, tal vez uno de los más ostentosos de la época reciente, llegando a diferentes lugares de Colombia, Perú y Ecuador.

 

“Yo soy Picador”, dice Tío Memo mirando a la cámara, “y si el payaso es flojo, cuando lo pico lo levanto, le doy realce, me echa chistes y se burla de mí. Hay que aprovechar el chispazo en el momento oportuno, cuando es el momento del chiste. Yo llego a Animalandia en el 82 como ventrílocuo (con el patito Pilín), y me quedo como picador, y como Pilochang el mago, para rellenar el programa.

Pernito me llevaba y me hacía actuar, yo iba dizque a concursar con mi ranita, o con mi trompo. Hicimos muchas entradas, como los rayos x, o el juicio. Pacheco se reía mucho conmigo, porque yo cascaba muy bien. Un día muere el mago que tenían, en un accidente, y entonces querían reemplazarlo también con uno joven, así es que me llaman y me quedo en el programa. En el 87 se acaba Animalandia, y ese mismo año hacen el piloto del Club de los Bulliciosos.

En el Club de los Bulliciosos, el payaso Miky (chileno yerno de Pernito) se vuelve el protagonista. Entre Pernito y yo creábamos las entradas, Pernito tenía una libreta desordenada, con un montón de papelitos escritos a mano y de ahí sacaba las ideas y mientras creaba más entradas, los papelitos iban aumentando. Yo las he ido registrando por escrito en su mayoría, buscando recuperar esa información pues en general no se acostumbraba a escribirlas.

El programa se grababa entre semana, al principio uno semanal, pero cuando la cosa ‘reventó’, grabábamos hasta cuatro programas diarios, a principio de semana para poder seguir trabajando con el circo. Era uno tras otro, lo único era cambio de vestuario, de entradas y de niños, y a grabar.”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[El payaso investigador no puede evitar escuchar sus propios pensamientos, algunos recuerdos avivados por las voces que salen del televisor]
 
Ver los videos de El Club de los Bulliciosos (durante el tercer encuentro de payasos) nos trasladó a varios a nuestra infancia por un lado y nos dió la oportunidad de ver con otra mirada lo que recordábamos de este programa. Yo por lo menos recordaba muy poco. Tenía imágenes del payaso Miky cantando y bailando pero no recordaba que Pernito fuera parte del programa, ni de las entradas que hacían en él. Me dio una perspectiva totalmente diferente y renovada de lo que hacían los payasos en este programa. Me sorprendió que había mucha improvisación de ambos payasos, sobre todo de Miky. Improvisación que parecía poner en aprietos a Guillermo, quien hacía de cara blanca. De pronto lo que sorprendía era que el cara blanca no tenía el status alto de una manera contundente frente a los payasos. Pensar que grabaron tantos capítulos durante varios años significa que presentaron muchas entradas tradicionales del payaso del circo colombiano y crearon seguramente muchas más totalmente originales. Fue un laboratorio permanente de ensayo y creación de entradas de payasos!
 
[Mientras tanto, la voz narradora sigue resonando desde el televisor]