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Memorias

Historias del payaso de circo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La mayoría que han venido de afuera son mexicanos, como los Ayala, que eso fue en los 40. Ya antes, el Royal Dunbar, más o menos en 1924, también el Ataire, que era mexicano.

En Colombia la vida de circo era difícil pues no había carreteras. Las troupes de la época llevaban a mula el “cuadro” (que era la estructura central del circo para mantener el trapecio, compuesta por tres guaduas largas, manila y poleas), la tela de la carpa y los baúles. La armaban con palos y estacas que conseguían en el mismo sitio. Según me contó el maestro Cacerolo, quien ya murió, se movían en burro para presentarse en los solares de las casas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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La gente llegaba no necesariamente con plata, sino de pronto con una gallina, con un huevo… El mejor circo colombiano fue el Egred hermanos (de Cali), en los 60 y 70. Pero han habido muchos otros, el Nueva Ola Circus de Miguel Castaño, el Continental Circus. A partir de estos, algunos a forma de escuela como el Nueva Ola, y en general por el modelo que proponen, que básicamente es acrobático y cómico, surgen los circos urbanos de barrio, en los años 70-80. Eran como 5 o 6, de tamaño pequeño (pues la inversión era difícil), estaba el nuestro, el Circo Internacional Olímpico (del señor Ancor y sus hijos), los de los hermanos Olave, los hermanos Espitia... Se hacían giras por los barrios nuevos de Bogotá, como Engativá, que para la época eran muy distantes. Ya para terminar la temporada se llevaba lucha libre o shows musicales. Antes el circo se promocionaba haciendo desfiles por el barrio, con los artistas del circo, los animales y con música, ahora tenemos dos carros para hacer la promoción con perifoneo.

 

[entra uno de los payasos, que está sin maquillaje y con ropa de calle, y comenta que el carro del circo Las Vegas está pasando por el barrio y está tapando el afiche de ellos en muchos sectores]

 

¿Sí ve cómo son esos hps? Una vez pasó lo mismo con los Domínguez, otra familia cirquera, me tocó amenazarlos de darles plomo si seguían haciendo eso, menos mal con el Sr. Leonel Domínguez éramos amigos, lo hablamos y listo. A veces toca competir es con el precio de la boleta, cada uno le va bajando. Pero es que los circos grandes no respetan la zona donde están los circos pequeños, como el nuestro.

 

[La conversación se desvía momentáneamente hacia la falta de unión de los circos, de cómo SINARCICOL (Sindicato de Artistas Circenses de Colombia) ya no sirve para nada, desde que cayó en manos de los mexicanos.

Aprovecho para caminar por última vez por el recinto. Me asomo por un borde de la carpa y miro hacia adentro, donde ya hay bastante familias. Personal del circo vestido de amarillo ayuda a acomodar las personas en las graderías de madera. Algunos niños montan en llama alrededor del ruedo, otros comen crispetas y manzanas con dulce, mientras sus padres toman fotografías con sus celulares. Pronto, la sala está llena, están ocupadas todas las sillas, incluso las “preferenciales”, próximas al ruedo.

Parpadeo, y ya estoy dirigiéndome velozmente, casi flotando, a la zona donde se preparan los artistas para entrar en caravana. Un payaso remata su maquillaje con una pizca de polvos blancos en el rostro, un hombre de amarillo pasa con la llama y el pony hacia el establo, para alistarlos para un número más adelante. La trapecista estira en una mancha de pasto, su traje centellea con la luz de la luna. Detrás de la cerca de alambre que delimita el terreno, tres niños observan la escena, soñando tal vez en huir de casa para unirse al circo.

Escucho la música que da inicio al show, el maestro de ceremonias dando la bienvenida, comienza el primer acto. En la tras escena, oscura y caótica, comienza a haber mucho movimiento. El ingeniero de sonido frente a su computador, revisando los canales, y el payaso principal, que también hace las veces de maestro de ceremonias, habla con convicción por el micrófono: “palmas, palmas….”

Entran y salen artistas por la estrecha abertura de la cortina que conduce al ruedo. Un apuntador proyecta gigantescas sombras en la cortina: la bailarina con el hula-hula., sus caderas rotando y girando, los brazos extendidos: una troupe de pequeños perros saltando obstáculos; el monociclista, malabarista, acróbata aéreo; y por supuesto, los payasos, corriendo por todo el escenario, entre risas y gritos del público.

Parpadeo, y ya estoy lejos de ese caos, de regreso a la quietud de la noche, sentado de nuevo mirando fotos con el antiguo dueño del circo, a medida que la música del show se pierde sin rumbo en la oscuridad. Retomamos de nuevo la conversación de SINARCICOL.]

 

Aunque el circo ya era una fuerza transnacional, de globalización prematura, la influencia más directa en el payaso latinoamericano ha sido italiana, con la Comedia del Arte, que entra a México y Chile. En México se venía haciendo circo desde antes, lo que toman de Europa son las carpas. A Colombia vienen los mexicanos con entradas que presentan cosas propias del lenguaje, un doble sentido con ciertos matices (timbre de voz, textos definidos) que influencian toda América Latina.

Un enlace interesante que de pronto aparece estaría en la llegada del White Cairoli Circus a Colombia, como en el 45. Este circo era de Philipe Cairoli, hermano de Charlie Cairoli (a quien se le atribuye el inicio de la tradición del payaso que incorpora los elementos de la Comedia del Arte). Philipe, quien trabajaba en Europa con su hermano y con su padre, emigró después de la guerra mundial a América Latina. La importancia de la presencia de este personaje y su circo en Colombia, radicaría en la posibilidad de que haya sido él quien trajo al payaso chileno Pernito.

En Colombia habría influencia entonces de los mexicanos, chilenos, ecuatorianos (ahorita hay muchos circos ecuatorianos), rusos y chinos. No es que vinieran circos chilenos, sino muchos payasos chilenos en los circos, sobre todo mexicanos y colombianos.

El payaso chileno influencia con mucha fuerza el estilo del payaso colombiano. Los elementos recurrentes son el vestuario (sencillo y elegante), un maquillaje más definido y pequeño, y un timbre de voz muy característico. Son más técnicos y dinámicos, más flexibles y basados en la interacción con el público. Algo a destacar es lo musical, con una variedad y calidad importante. es así como hablamos de los excéntricos musicales[1]. Por aquí pasaron varias familias de payasos reconocidas, como los Chicharrines, los Lechuga, los Caluga, los Maluenda (de ahí viene “Pastelito”), todos venían de Chile. El asunto es que allá hay respaldo del Estado desde hace mucho, en 2007 lograron que el circo fuera patrimonio. Ya en 1888, en Chile se hablaba de volantineros y maromeros.

En los 70s, con la llegada del circo de los hermanos Bell, comienza una oleada de circos mexicanos que va a ser muy marcada hasta el presente. Con este circo llega Chuchín, un payaso legendario, un vagabundo que era excelente acróbata y equilibrista. Más o menos en 1976 llega el circo de los hermanos Gasca, que para algunos es nefasta por haber absorbido los circos colombianos, y haber acabado esa propuesta de circo acrobático y cómico, reemplazandolo con un modelo más americano, donde el componente zoológico se hace notorio. De los Gasca se dice que desplazaron los circos pequeños al hacer que muchos se fueran a trabajar con ellos, y luego los echaban, los dejaban sin nada, así pasó con los Pompeyo. También se dice que los Gasca incluso compraron el Sindicato. Sin embargo, es con estos circos de influencia mexicana y chilena, que llegan los repertorios que se han transmitido oralmente en toda la historia del circo, y que se concretan en repertorios adaptados culturalmente.


[Interrumpe una voz cansada que carga con pesadez un cuerpo viejo de payaso hacia el camerino, la voz se hace más delgada a medida que el cuerpo se va alejando]

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mire, yo empecé como técnico en el Circo Egred Hermanos, por allá en la primera mitad de la década de los 60, y aprendí a ser payaso de un ecuatoriano, le copié los gestos, el caminado, la mirada... Para mí el payaso es como un niño, con algo de bobo, de ingenuo, pero al mismo tiempo como una persona muy viva y astuta que no se deja engañar de nadie. Yo entré luego con los Gasca a Colombia cuando era un circo de tres pistas, yo salía en el centro de la pista con unos ratones. Salíamos a las calles con caravanas de elefantes para hacer publicidad, era algo impresionante. El payaso nunca va a morir, pero en sí el circo que yo viví, con el aserrín y las tablas, ya eso no...

 

[La voz se pierde entre los trailers, y luego de un breve silencio el dueño del circo retoma]

 

Esa sombra que pasó ahí es mi padre, él se delineaba de negro la boca, se colocaba un poco de base blanca y un poco de rubor, y listo. Usaba ropa sobria pero colorida, con camisa, chaleco y pantalón, combinando los colores azul y naranja.

En Pasto, donde vivimos y crecimos, era muy común que en las primeras comuniones hubiera payasos, pero eso cambió y por eso la adaptación del maquillaje. Pasto ha sido muy benevolente con el payaso, pero ahora allá también aparece la oferta comercial del recreacionista.

-  Frente a lo que me estaba contando hace un rato, ¿entonces al absorber el circo colombiano, el circo mexicano absorbió y acogió también al payaso colombiano?

En el Código Sustantivo del Trabajo del Sindicato había una obligación a contratar 80% de colombianos en toda empresa extranjera que viniera con más de 10 trabajadores, lo cual era una medida que cobijaba a los artistas de circo. SINARCICOL, que tiene ya 41 años de existencia, defendía y exigía el cumplimiento de esta ley, que se dejó perder al iniciar la década de los 90, tal vez con la Constitución del 91. Entonces en esa época los que estábamos afiliados y a paz y salvo con el Sindicato, éramos seleccionados como alternantes en los circos internacionales que venían (el Americano, el Ruso, el Gasca, etc.), y preparábamos entradas para presentarlas en los intermedios.

- ¿Y era una experiencia muy diferente a la del circo de barrio, más pequeño?

Claro que sí, era otro mundo, en el circo grande hay que llenar muchos vacíos. Pero en el circo pequeño se pueden trabajar varios repertorios y no solo pequeñas apariciones en los intermedios, como pasa en el circo grande. El repertorio que ellos manejan tiene un lenguaje más universal, más gestual o activo (haciendo números cómicos) pues deben dar cuenta de públicos muy diferentes, al viajar por diferentes países. En cambio, el circo pequeño tiene una lógica más regional, y por lo tanto adapta un poco más los repertorios, llevándolos a expresiones más locales, sobre todo en el lenguaje que se usa, pero que también pasa por otros referentes culturales (la música, los medios de comunicación, etc.), en donde entra en juego una mayor interacción con el público. Eso implica que el payaso tiene que ser muy hábil para improvisar. Algo que me llama la atención que se relaciona con esto es lo que yo llamo la estratificación del humor, que exige diferentes tipos de comicidad.

 

[Rápidamente el señor dueño del circo se pone unos anteojos muy sobrios, y se convierte en el especialista de cejas levantadas, con acento español]

 

A ver me explico, es que existe una diferencia entre humor y comicidad. El humor es algo que tenemos todos, en mayor o menor medida, un estado afectivo o una disposición que puede tener muy variados matices. Y lo que nosotros llamamos comicidad es la técnica que aprovecha el humor -el propio y el de los demás- para hacer reir, primordialmente.

 

[Se quita las gafas, vuelve a ser el señor dueño del circo]

 

Bueno, entonces eso de la estratificación lo digo porque en Bogotá es clarísima la diferencia entre el humor que se maneja en el Sur (que resulta más fácil y directo, con un doble sentido que llega al límite de lo vulgar) y en el norte de la ciudad (que suele exigir una comicidad más sutil y refinada). Es parecido a como pasa entre los pueblos pequeños y las ciudades grandes; en los pueblos el ambiente es mucho más amable, a la gente se le pegan los chistes, la comunicación es más cercana, dentro y fuera del espectáculo. Es por eso tal vez que aunque hoy en día se habla de que el circo se acabó, usted va a muchas regiones y encuentra todavía montones de circos en los pueblos. ¡No más en el Valle hay como diez, y no más en Palmira hay tres!

Pero en sí los circos grandes se acabaron, el Egred Hermanos intentó volver en la década de los 90 pero tuvo una temporada muy breve, y es que a ellos les quedó como un trauma, de hecho es difícil que alguien pueda entrevistarlos. En los 70 acabaron el circo por una especie de maldición; Jimmy Egred, que era la gran estrella, se suicidó. Y pocos días después su hermana Maritza también se muere, luego se les incendia el circo y mueren un montón de  animales. Por su parte, El Nueva Ola se acaba por el crecimiento de las ciudades, escasean los terrenos, se hacen más costosos los impuestos. Las familias empiezan a tener sus propias empresas, que antes tenían el sueño de que un circo grande se los llevara de gira. Los que van a los encuentros que usted y sus amigos están haciendo, ellos son todos producto de estos circos pequeños urbanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[A medida que crece la fila de personas en las afueras del circo, adentro las expectativas crecen. Todo el mundo está ocupado. Las motos están practicando una última vez en el “Globo de la Muerte”, los bailarines practican unos movimientos nuevos y los equilibristas examinan las estructuras de la cuerda. Hoy es una noche especial, es la última función del circo antes de desmontar e irse a otro lugar. Esta noche todos darán lo mejor, a sabiendas de que después del espectáculo estarán de pie la noche entera, empacando todo en los camiones.

Me encuentro conversando con el antiguo dueño del circo, estamos frente a su trailer, observando fotos familiares, y escuchando historias acerca de su vida en el circo. Me muestra fotos en que sale de payaso, acompañado de Pernito, Tuerquita y Bebé. Ahora está retirado, y contento de dejar que la nueva generación se haga cargo: sus tres hijos, sus tres hijas, y sus muchos nietos, casi todos aún trabajando en el circo. Le encanta tener a la familia unida, pero extraña la época dorada del circo colombiano, hace veinte o treinta años. Las cosas ahora son más complicadas, afirma, pero han tenido suerte, han logrado sobrevivir.]

 

Hoy en día los circos chicos colombianos siguen parodiando los nombres de circo como si fuera internacional, y la recurrencia a los muñecos de la TV, como en el Circo de los Simpsons.

- ¿Pero por qué dejan de circular por Bogotá, por lo menos en los barrios populares?

Pues ahí están algunos todavía, los núcleos familiares soportan los pocos circos que quedan. El circo Las Vegas, con el empresario Felipe Acero, es tal vez la única propuesta que ha resistido la presión y el poder de los mexicanos, y ha perdido mucha plata. Dicen que se mantiene ahí, mal que bien, con las ventas de comida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El principal problema de los circos es la cuestión de los permisos, pues dinero sí se hace con los circos, pero es difícil conseguir los permisos, piden muchas cosas. Además tiene que ser en lotes pequeños, porque cuesta mucho el arriendo. Las estrategias de publicidad también se han puesto costosas…

El caso es que el payaso de circo se va haciendo más sedentario, lo que le implica cambiar su forma de trabajo. Como los payasos surgen de interpretar y representar situaciones reales, de ahí que también estos cambios en sus realidades sociales lleve a cambios en los repertorios que se crean y que se trabajan. Pero sobre todo, estos cambios llevan a los payasos a desplazarse a otros lugares diferentes al circo, como lo son las fiestas infantiles, la publicidad, la recreación y lugares públicos de la ciudad, como plazas, semáforos y teatros.

El payaso en el circo tradicional actualmente no presenta un proceso de evolución desde la década de los ochentas, ahora se limita a hacer lo que funciona, lo que hace reir. El payaso colombiano prefiere irse a otros países donde puede ganar más, porque aquí los que ganan son los dueños de los circos. El payaso colombiano gusta mucho en otros países porque es muy recursivo y aprende las técnicas fácilmente. En una época algunos artistas (como uno de la familia Daza, los Mitrovic y el señor Aston Zamudio) que trabajaron por fuera en circos como el Ringling, regresaron para montar sus propios circos. Pero en nuestro medio el copismo es permanente, buscando o rescatando lo que funciona. En cambio, usted ve que en lo contemporáneo hay una tendencia creadora, que no busca necesariamente hacer reir.

- ¿O sea que para usted parte de ese desplazamiento y ese estancamiento que se da por la crisis del circo tradicional, es lo que lleva a que aparezca el clown, el payaso adaptado al mundo teatral?

Bueno, vamos por partes. En primer lugar, a mí ya me dieron como ganas de un cafecito, vamos a la cafetería de allá en frente y nos tomamos algo calientico, ¿le parece?

 

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[Otro día en San Victorino, el enjambre de personas que vienen y van es un hervidero que casi se puede escuchar, por encima de los pitos de los buses y la música bailable que sale de muchos locales comerciales.

Aquí y allá se escuchan los gritos roncos y potentes, en algunos casos apoyados en la amplificación de un megáfono, de personas que vestidos de payasos invitan a seguir a determinados almacenes o restaurantes. Entre esos está un payaso de 55 años, con una peluca naranja despelucada con visos amarillos y rojos, sombrero negro, corbatín rojo, vestido blanco y negro. Los zapatos, ahora no recuerdo. En su maquillaje prima una base color rosado, toques de rojo en los cachetes, negro en forma de pestañas alrededor de sus ojos, blanco alrededor de la boca y blanco detallando la parte interior de los ojos sobre los lagrimales. El color de los labios ya ha desaparecido casi por completo. Lleva, como la mayoría, el megáfono colgado al hombro y con una bolsa plástica que cubre el micrófono, para evitar la “amplificación” de la lluvia.

Me lo encuentro en la entrada de un centro comercial, guiando a unos clientes hacia el fondo del mismo, hacia la bodega para la cual trabaja promocionando sus ofertas de ropa y guiando a los clientes decididos. La primera impresión fue la de un payaso canchero, risueño y “callejero”, un payaso que comenzó a trabajar en un circo a los 10 años, alternando con sus maestros, nada más ni nada menos que Pernito y sus hijos.]

 

De ellos aprendí la... se me escapa en este momento... ¡LINDA ROPA PARA TODA LA FAMILIA, A PRECIOS ECONÓMICOS, SIGA AQUÍ A NUESTRA FÁBRICA, FÁBRICA Y ALMACENES DE ROPA DE MODA, PARA CHICOS Y GRANDES!... se me olvidó, se me olvidó. Eso tiene su nombre... ya me acordé, a hacer números circenses.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Los payasos empiezan a promocionar ventas simultáneamente con el circo urbano, pues resultó ser un muy buen negocio. Unos de los primeros fueron uno de los hermanos Espitia, Gustavo o Pedro, Lechuga (que tuvo su propio circo) y Remache. También había otros, pero más que payasos eran pregoneros, como los hermanos Cafo. Ellos como que eran ecuatorianos, salían en zancos por la 7ª desde la Plaza de Bolívar hasta la Plaza de toros, con un letrero enorme colgado. Usaban zancos altísimos. Estaba también Mustafá, un pregonero que nunca fue payaso (usaba un turbante, se pintaba de negro, con zapatillas como de Aladino), que promocionaba antes que los payasos, él era un personaje típico del centro de Bogotá.

 

Su nombre es Jesús María Liévano, y en una crónica que le hizo un periodista de El Tiempo en el año 78, decía, “soy payaso pero me considero prácticamente como dramatista, porque me gusta el arte dramático y le debo mucho a don Juan, el dueño del almacén, porque él me hizo artista. Un día, en diciembre de 1953, me dijo: Jesús María, ¿por qué no se compra un disfraz para que trabaje mejor? Usted tiene cara de árabe. Compre un vestido de esos y se va haciendo conocer del comercio” Sus colegas en la calle le dieron el título de “Pionero de los Payasos”, no sólo por su experiencia y edad (recorrió el país con muchas ferias, actuó también en teatro) sino porque con frecuencia salía en los medios para defender el derecho al trabajo, cuando algún alcalde prohibía usar megáfono[2].

En los años 50 y 60, en los parques de la ciudad había un viejito como culebrero, que era el Artista Colombiano, y tenía un ayudante que era como el cómico, se llamaba Joselito, una especie de bobito augusto. El Artista Colombiano fue el personaje que generó toda esa gente, los indios, las brujas, etc.

Lo de la promoción publicitaria fue muy fuerte en Chapinero (por el año 75), era un buen negocio, muy lucrativo, por lo cual se esparció como pólvora.

Entonces en la tarde uno estaba en el almacén y por la noche en el circo. Ahora nos quedamos en la calle, pues no hay circo… Recuerdo que había unos payasos que eran muy pulidos, como Franklin Mondragón “Tetero” y Lechuga, siempre con una presencia lujosa: lentejuelas, zapatones, pelucas, maquillaje americano grande… y el megáfono, que aparece y rompe en dos la cosa. Se gastaban bromas, apuntes cómicos, al fin de cuentas era el payaso en la calle, recién salido del circo. Pero es ahí que yo digo que el capitalismo, el comercio y el consumismo cambian el payaso. Con payasos ya en San Victorino, en el Restrepo, en Venecia, son artistas adaptados al contexto, mientras que con el circo se van dando los problemas de permisos, impuestos, escasez de lotes, lo que hace que ya no sea negocio, además está la presión de los circos mexicanos…  

- Bueno, pues yo le quería hacer una propuesta, de que hagamos un número juntos, es algo que hace rato quiero hacer, y me parece que con usted podría ser muy chévere.

Hermano, me queda muy berraco, pues ahorita me toca es pensar en la papita, en el trabajo. Es que vea, yo me gano más de un millón de pesos mensuales, he trabajado a cinco mil pesos la hora, pero trabajo todo el día, todos los días y así tengo trabajo estable todo el año. Yo ahora hago un promedio de tres horas por veinte mil pesitos, pero siempre y cuando me den la seguridad de un trabajo fijo, estable. Si no es fijo, pues ahí sí le cobro más... Pero si quiere le enseño algunas entraditas, tengo una muy buena de equilibrio, con unas botellas y una bastica, se hace con una pareja, con otro payaso (yo la hacía con Perejil) que va ganando pero uno lo hace caer, y hacia el final hay un truco en que la botella queda fija. Ese truco también lo hacemos con mi hijo, cuando trabajamos en piñatas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- ¿Y cómo es que empiezan a haber payasos en las piñatas?

Las piñatas es otra cosa que empieza a atraer. Con la pérdida del nicho del payaso que era el circo, se va hacia las fiestas, que era algo que antes no existía. Aunque yo le he escuchado a los Yela (una familia de mucha tradición circense en Nariño) que en Pasto es algo muy tradicional que en las primeras comuniones haya payasos.

Los primeros en hacer fiestas infantiles en Bogotá fueron los magos (Lorgia papá, Pilochang, el señor Ming Fu) y el payaso Pernito, con todo su combo de payasos.

Otra cosa es que con el auge de la educación física, aparece la propuesta de recreación, que tiene mucho éxito y que absorbe las rutinas de magos, payasos y titiriteros, pero sin formación profesional. Entonces empiezan a proliferar recreadores que hacen magia, que hacen títeres y que se visten de payasos, pero que hacen cualquier cosa. Yo creo que ese es el nivel más decadente que ha alcanzado el payaso.

También está la propuesta de la carpa escuela, lo que llaman Circo-Ciudad, un proceso de formación artística en Ciudad Bolívar que comenzó en 1999# y que se lo tomaron los teatreros. Esa propuesta se llena de unos gamines que aprenden cualquier cosita, y ya se agarran de eso para decir que hacen circo. ¿Qué gracia tiene que una persona enseñe, si no tiene la pasión por el oficio?  

 

- Pero esos chicos salen a la calle porque han aprendido algunas cosas, pero no hay dónde trabajar.

 

Claro, lo que pasa es que en el semáforo ganan más de lo que pueden ganarse en un circo pequeño. Y además, la verdad en este asunto no entran tanto los payasos, son sobre todo acróbatas y malabaristas los que están formando.

También están los que se suben a los buses a vender cualquier cosa maquillados de payasos, yo los he visto, es terrible. Pero eso es muy diferente al muchacho que está en el semáforo, ensayando y poniendo la gorra. Aunque para algunos ese muchacho le está haciendo daño al circo, pues estaría regalando un trabajo que debería ser más valorado, yo creo que esos muchachos están aprovechando la calle -¡como lo hacemos muchos!- para trabajar e incluso para mejorar su trabajo. ¿Qué pueden hacer ellos si es que casi no hay circos? ¡Y lo que es peor, en los circos que hay no les dan el chance!

- Es cierto... bueno, creo que podemos dejar por ahí, es un montón de información, muchas gracias por...

- Espere un momentico, porque otro punto que hay que tocar es el de los cómicos toreros. Una cosa es la fiesta brava en las plazas grandes de las ciudades, y otra las fiestas taurinas en los pueblos. Allá no torean toros, se torean vacas que ni se banderillean ni se estoquean, y siempre hay payasos, que llamamos bufos. El bufo más conocido en Colombia es Tintín, que todavía tiene sus enanos, además ahora tiene un espectáculo con caballos y canta música ranchera, viajando por toda Colombia. En esto del bufo se puede decir que hay una técnica, pues hay unas acrobacias y unos movimientos específicos para esquivar y manejar la vaca (con sombrillas, periódicos, etc., también hay que saber qué es un quite y qué es un quiebre, por ejemplo). El bufo siempre va con relleno en la ropa para protegerse, para ponerle el culo a las vacas. El espectáculo incluye también toreros “serios”, y los payasos hacen una versión cómica como parte del espectáculo. Antes siempre se hace un sketch, los quites y los quiebres son los que producen la risa, o ponerle cosas a la vaca. Bueno, mi amigo, ahora sí lo dejo, que toca trabajar... ¡ROPA DE MODA, ROPA PARA TODA LA FAMILIA, A PRECIOS ECONÓMICOS, SIGAN ACÁ, A NUESTRA SALA DE EXHIBICIÓN Y VENTAS, SIGAN!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

[1] Una referencia importante al vínculo entre el payaso y los excéntricos musicales lo establece Guillermo Forero “Tío Memo” en su ensayo “Memo-ria de un viejo payaso. Circo contemporáneo en Colombia” (pronto a ser publicado), con el trío musical Mefistófeles y la documentación de su presentación en la Mesa alrededor del año 1899.

 

​[2] BUSTOS, Oscar. Más conocido como Mustafá. Historia del último fakir en Bogotá. Disponible en http://oscarebustos.wordpress.com/2011/05/06/mas-conocido-como-mustafa/#comment-31. 2011. La foto es extraída de esta misma fuente.

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